«Recemos hoy y siempre, con fuerza, de la mano de nuestros hermanos necesitados, los preferidos de Dios».

Cuando el Santo Padre instauró en 2017 este día nos pedía que no pensásemos sólo en los pobres como los destinatarios de una buena obra de voluntariado para hacer una vez a la semana, y menos aún hiciésemos gestos improvisados de buena voluntad para tranquilizar la conciencia. Han pasado estos años (que coinciden, en cierto modo, con mi servicio de Delegado de Manos Unidas en la Diócesis de Toledo) y conviene hacer evaluación para analizar si realmente hemos sido fieles a esta petición que verdaderamente nos marca un objetivo claro. Parece algo fácil, pero si nos interpelamos personalmente, no lo cumplimos, porque los pobres no tienen horario, sus necesidades son continuas y, en el caso de muchos pobres de las periferias del mundo a los que ayudamos, de nosotros depende que tengan agua, educación, sanidad, alimentos… o simplemente y llanamente, su vida está en nuestras manos y Dios Padre de todos nos preguntará como a Caín: ¿Dónde está tu hermano? Es por eso por lo que no podemos ni debemos estar satisfechos por lo que hacemos por ellos, porque realmente, el reto es cambiar nuestro modo de vida y tener una opción preferencial por los pobres.

En esta nueva Jornada se nos invita a rezar con, por, como los pobres porque su oración sube hasta Dios. Si así lo hacemos, nos dice el Papa, entraremos en comunión con ellos. Éste es el camino a seguir y, de esta forma, conseguiremos que el voluntariado sea un servicio en el que se entrega la vida y no unas horas con las que acallamos nuestras conciencias.

Recemos hoy y siempre, con fuerza, de la mano de nuestros hermanos necesitados, los preferidos de Dios. Ellos tienen mucho que enseñarnos en esto: las Iglesias africanas, llenas de gente durante horas; las celebraciones de los cristianos de Oriente Medio, que se juegan la vida para seguir asistiendo al templo; el Señor en un Sagrario dentro de una simple tienda de campaña en un campo de refugiados en algún lugar del África; los niños de la calle en Brasil y Bolivia que dan gracias por un nuevo día… Esos pobres, a los que doy gracias a Dios por haberme dejado ver sus rostros, nos deben evangelizar, porque somos tan pobres que lo único que tenemos es dinero.

                                                           Antonio Juanes-Cuartero Rodríguez

                                                 Delegado Diocesano de Manos Unidas. (hasta el 15 de noviembre de 2024)