08/03/2022 - 31/05/2022

LA DIGNIDAD DE LA MUJER

En estos momentos tan convulsos de la historia de Europa, en los que estamos sufriendo una flagrante violación de los derechos humanos, parece que la desesperanza lo invade todo.

Resuenan proféticas las palabras del papa san Juan Pablo II cuando decía que “para edificar la nueva Europa sobre bases sólidas, no basta ciertamente apoyarse en los meros intereses económicos, que, si unas veces aglutinan, otras dividen; es necesario hacer hincapié más bien sobre los valores auténticos, que tienen su fundamento en la ley moral universal, inscrita en el corazón de cada hombre. Una Europa que confundiera el valor de la tolerancia y del respeto universal con el indiferentismo ético y el escepticismo sobre los valores irrenunciables, se embarcaría en una de las más arriesgadas aventuras y, tarde o temprano, vería retornar bajo nuevas formas los espectros más temibles de su historia”. (Spe edificandi, 1.10.1999).

San Juan Pablo II, gran promotor de la dignidad de la mujer, quiso reconocer el cometido realizado por la santidad femenina al proclamar patronas de Europa a tres grandes mujeres: Brígida de Suecia, Catalina de Siena y Edith Stein.

“Considero particularmente significativa la opción por esta santidad de rostro femenino, en el marco de la tendencia providencial que, en la Iglesia y en la sociedad de nuestro tiempo, se ha venido afirmando, con un reconocimiento cada vez más claro de la dignidad y de los dones propios de la mujer. En realidad, la Iglesia, desde sus albores, no ha dejado de reconocer el papel y la misión de la mujer, aun bajo la influencia, a veces, de los condicionamientos de una cultura que no siempre la tenía en la debida consideración”. (Spe edificandi, 1.10.1999).

Mujeres que dejaron como herencia espiritual unos valores sólidos y unas fuertes convicciones, la esperanza y la confianza plena en Dios para luchar a pesar de las  grandes dificultades.

Brígida de Suecia, esposa, madre, mística y fundadora de la Orden del Santo Salvador, luchó incansablemente para conseguir la paz en Europa y para que el Papa volviera a Roma. Con un gran sentido de la justicia, ofreció sus consejos espirituales, administrativos y jurídicos a los soberanos de su época, y al mismo tiempo realizó obras de caridad con los más desfavorecidos. Dio mucha importancia a la dimensión mariana y femenina en el cristianismo.

Catalina de Siena, una de las grandes místicas de su tiempo, también contribuyó a que el Papa regresara a Roma tras el exilio en Avignon. Embajadora de la paz, consejera y guía de los poderosos; entregada al cuidado de los leprosos, llena de caridad, paciencia y fuerza de voluntad. Ejemplo de constancia y lucha por la paz y por los demás.

Edith Stein, judía conversa al cristianismo, filósofa, mística, carmelita y mártir en un campo de concentración. Analizó la riqueza de la feminidad y la condición concreta de las mujeres. Las reflexiones que hizo sobre el Estado, la necesidad de un comportamiento ético como vínculo personal y comunitario, se podrían aplicar a la Europa actual. Defendió la dignidad de la mujer, así como sus aportaciones a la sociedad. Modelo de respeto y unión entre los pueblos, de diálogo y tolerancia.

Valorar el ejemplo que nos dieron estas santas mujeres para difundirlo y, especialmente, para promover la dignidad de la mujer enraizada en el amor de Dios.

          “Estoy convencido de que el secreto para recorrer libremente el camino del pleno respeto de la identidad femenina no está solamente en la denuncia, aunque necesaria, de las discriminaciones y de las injusticias, sino también y sobre todo en un eficaz e ilustrado proyecto de promoción, que contemple todos los ámbitos de la vida femenina, a partir de una renovada y universal toma de conciencia de la dignidad de la mujer. A su reconocimiento, no obstante los múltiples condicionamientos históricos, nos lleva la razón misma, que siente la Ley de Dios inscrita en el corazón de cada hombre. Pero es sobre todo la Palabra de Dios la que nos permite descubrir con claridad el radical fundamento antropológico de la dignidad de la mujer, indicándonoslo en el designio de Dios sobre la humanidad”. (Juan Pablo II, Carta a las mujeres, 1995).

Victoria Melchor

Profesora y coordinadora de la “Plataforma Libres para Educar a Nuestros Hijos Castilla-La Mancha”

Equipo de la Delegación de Apostolado Seglar